Compositor típico y atípico
¿De dónde nacieron las historias? Recuerdo que mi primer vallenato lo compuse en febrero de 1943, cuando apenas tenía 15 años y un profesor de historia logró captar atención…así nació mi primer canto vallenato; en adelante surgieron más de un centenar de composiciones en las que narro la historia de mi vida, así como la vida de mis amigos, personajes lugares y anécdotas que me acompañan. Cien años de soledad no es más que un Vallenato de 350 páginas”. Gabriel García Márquez.
La vida escolar fue un plato agridulce, nunca fui muy obediente, extrañaba mi hogar, los sancochos de Juana Arias mi pueblo y sus costumbres, allí encontré la inspiración para canciones como (‘El hambre del Liceo’, ‘El testamento’, ‘El Bachiller’). Crecí escuchando a los campesinos y trovadores del Valledupar cuando interpretaban merengues, puyas, sones y paseos en las parrandas. De modo que no encontré el recurso más natural para despedir al maestro Heriberto Castañeda (quien fue inspiración) para componerle un paseo. Son tres breves estrofas en las que se adivina ya la semilla que luego iba a desarrollar a lo largo de más de siete décadas en una obra que ha sido embajadora de Colombia en el mundo. El paseo habla de los paisajes locales (‘Cuando sopla el viento frío de la Nevada…’); de las tribulaciones del estudiante (‘…que en horas de estudio llega al Loperena’); de prematuras nostalgias (‘¡qué triste quedó el Loperena, ¡qué tristes quedaron sus aulas!); y de sentimientos personales: Él nos dijo adiós, porque se ha ido, y le dijimos adiós, pero que vuelva. «El profe Castañeda» fue mi primer canto. Su fecha exacta: febrero de 1943. Desde entonces compuse unos noventa más, muchos de los cuales -‘La casa en el aire’, ‘Elegía a Jaime Molina’, ‘La vieja Sara’, ‘El Almirante Padilla’- conocen de memoria los colombianos de varias generaciones. Mi obra es un mosaico pintoresco y lleno de gracia que narra las historias, las costumbres y chismes de su tierra, según ocurre en ‘La Patillalera’, ‘La custodia de Badillo’, ‘El Villanuevero’, ‘El general Dangond’… Pero también deja testimonio de mis amores y dolores, como en ‘La historia’, ‘Honda herida’, ‘La Brasilera’, ‘Dina Luz’… Se dice que fui versificador preciso y buen compositor, en mis mejores cantos aparecen dosis magistralmente medidas de humor y poesía.
Las historias salieron de Valledupar en los años cuarenta y cincuenta; sedujeron a los cachacos en los años sesenta; en los setenta fueron catalizador para que el vallenato se convirtiera en la música colombiana más popular; pasaron al repertorio internacional y a la televisión en los ochenta; y sirvieron en los noventa para producir impacto en el mercado de discos y conciertos de América y Europa, de la mano de Carlos Vives. Cantos suyos han sido interpretados por artistas y orquestas famosas de América y Europa. De algunos de ellos hay versiones en salsa, en música sinfónica y hasta en flamenco. A diferencia de los grandes acordeoneros que han tejido la historia de esta música, nunca toqué ningún instrumento. En contraste con figuras como Alejo Durán, Leandro Díaz y Emiliano Zuleta, que han dado voz a sus composiciones, rara vez canté. Crecí en la típica familia que gozaba con las parrandas, pero consideraba que hacer canciones era oficio de gente humilde. Tomado de entrevista de Daniel Samper Pizano.
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